miércoles, 1 de junio de 2011

Soñando el futuro

Casa de Mateo
Estaba amaneciendo en la ciudad cuando Mateo abría los ojos. El aroma del café que venía desde la cocina mezclado con el suave balanceo de la cama producido por ese nuevo despertador que había comprado le trataban hacer regresar del mundo de los sueños. Se dio un par de minutos más para disfrutar de ese momento, le encantaba despertarse así. Qué extraño le resultaba recordar las historias que su padre le contaba sobre despertadores que hacían un ruido infernal, una vez su abuelo le regaló uno pero nunca lo utilizó porque pensaba que no servía para nada.


Ahora todo era más sencillo; un minidespertador blanco de la marca Google ponía en marcha todo un sistema que permitía a Mateo despertarse creyendo que no vivía en una ciudad en la que precisamente no era el silencio lo que reinaba. A eso de las 4 de la mañana el despertador proyectaba por todas las paredes de la habitación una imagen que simulaba un bosque con una cascada pero algo no funcionó esa mañana, no sonaba la música y los sonidos ambientales que cada mañana hacían que Mateo se despertara.

Moto eléctrica homologada por el PI
Mateo se dispuso a coger su moto eléctrica y marcharse a toda prisa a trabajar. Cuando fue a encenderla se dio cuenta que el cable no estaba conectado así que no pudo hacer otra cosa que ir caminando. Unos años antes podría haber ido en coche pero ahora el partido político que gobernaba en España, el PI, había prohibido usar el coche particular en las ciudades, únicamente se podía utilizar el transporte público o las motos eléctricas. El PI, Partido de los Indignados que surgió como movimiento revolucionario en mayo de 2011 había logrado reducir la polución de las grandes ciudades en un setenta y cinco por ciento.


Cuando llegó a trabajar, una hora más tarde de lo que era habitual, una montaña de trabajo le esperaba. Mateo era panadero, cada mañana hacía miles de barras de pan de las treinta clases que ahora fabricaban; pan sin gluten, de trigo ecológico, integral con bífidus, con fruta, e incluso hacían pan que adelgazaba y otra gran variedad que cada día compraban en las panaderías de barrio.

Una vez se había repartido todo el pan por la ciudad, a eso de las siete, Mateo salió para ir a desayunar con su pareja, que empezaba a trabajar a las ocho. Habían ido a la cafetería de siempre, seleccionaron en la pantalla digital de la mesa un par de cafés bajos en calorías con un ligero sabor a canela y un par de tortitas con sirope de mango de la India. Mientras una cinta que llegaba hasta su mesa traía su pedido conversaban a cerca de lo ocurrido esa mañana con el despertador y la moto. – si es que yo no se si los despertadores de nuestros abuelos les darían tantos problemas como estos, decía Mateo a su mujer.

Una vez hubieron desayunado Mateo se dispuso a buscar la pieza para reparar su despertador, de no haber comprado el Buying hace unos años esta tarea le hubiera llevado toda la mañana. Apple había creado un aparatito que rastreaba por las tiendas de toda la ciudad el articulo deseado y mostraba el más cercano a tu ubicación actual, además te ofrecía la posibilidad de pagarlo y enviarlo a casa o pasar a recogerlo a la tienda. El Buying había revolucionado la forma en la que la gente compraba.

Agente de seguridad del Servicio de Inteligencia
Resultó que la pieza que buscaba la vendía una tienda situada en la misma calle en la que se encontraba. Cuando llegó había una multitud de agentes de seguridad con extraños aparatos en las manos y una señora llorando junto a un señor que la abrazaba, debía ser la dueña de la tienda, pensó Mateo. Con los sensores de realidad aumentada vía satélite del servicio de inteligencia de la policía los agentes trataban de reconstruir los hechos. Al mover las pantallas por la zona del delito unas imágenes enviadas vía satélite aparecían detrás recreando en 3D lo que había sucedido, esto era posible gracias a que un millón de cámaras vigilaban cada rincón de la ciudad. Al ver de nuevo a los atracadores, Macarena, la dueña del establecimiento se echó a llorar, tuvo ganas de aporrearlos a pesar de que estos fueran simples hologramas. La policía logró identificar a los ladrones y se pusieron en marcha para darles captura.

Mateo se quedó sin la pieza que necesitaba en esta ocasión, así que hizo uso nuevamente de su Buying y la compró, pero esta vez le sería enviada a su casa, no quiso tentar a la suerte de nuevo. De camino a su apacible hogar paró en una tienda de comida rápida para comer algo antes de ir a dormir, la comida tailandesa siempre le reconfortaba después de un largo día. Cuando llegó a casa se acostó y pensó que mejor pondría el despertador que le había regalado su abuelo cuando él era pequeño.